APUNTES SOBRE LA FUNCIÓN DE INTELIGENCIA
Este análisis desarrolla temas
relacionados entre la función de inteligencia y la toma de decisiones en sus diferentes
niveles.
En los últimos años en diferentes
países de Latino américa se ha venido cuestionado la función
que realiza la actividad de inteligencia en apoyo de la toma de decisiones, se
viene idealizando la existencia de limites casi cual murallas físicas entre los
diferentes niveles de la función y tareas que realiza la inteligencia, si bien
por su naturaleza la inteligencia nace de la abrumadora recolección de las
diferentes informaciones con las muy diversas metodologías y procedimientos que
implica la producción de la inteligencia misma y teniendo como consumidor
del producto final diferentes actores con poder de decisión, estos productos y
las informaciones interactúan entre las diversas agencias y dependencias para
la producción de inteligencia para que sea de mayor calidad y con el mínimo
grado de incertidumbre al menos debería ser así, (digo esto por ciertas
excepciones producto del falso celo profesional entre algunas agencias que no
comparten las informaciones de interés) recayendo estas tareas en el trabajo
que realizan los analistas que ven las piezas de cual piezas de un rompecabezas,
para al final poder observar la figura de la prospectiva y diversos escenarios
sobre amenazas y casos de interés, los procedimientos como la doctrina de
la misma inteligencia varia, se reconstruye, se perfecciona y se transforma con
el avance de las nuevas tecnologías, comportamientos sociales y de cómo se
mueve el mundo; debemos entender que los servicios de inteligencia son
organismos de la administración pública que realizan también una gestión
pública al servicio en beneficio del estado y de la nación, pues la
función de inteligencia sirve a la toma de las decisiones de quienes lideran
los organismos del estado en los diferentes niveles de poder, en este contexto
la función de inteligencia realizan cuatro (04) funciones (Lowenthal 2012).
- Evitar las sorpresas estratégicas y en lo posible las tácticas. (esto implica obtener, procesar información y proyectar la evolución de los actores, acontecimientos y tendencias que supongan riesgos y amenazas a la seguridad debiendo diferenciarse entres sorpresas tácticas y estratégicas, hay tendencias o escenarios que pueden detectarse “ver la figura del rompecabezas en un primer plano” y otros no por diversas variables, pero entiéndase que estas sorpresas tácticas se convierten en estratégicas por cómo se configuren y el impacto coyuntural que traen consigo.
- Proporcionar asesoramiento experto permanente. (En nuestro país no hay una experticia o una cultura de capacitación para el hombre de inteligencia es más se quiso desterrar la inteligencia misma dentro de las FFAA, la formación de un hombre y gestor de los servicios de inteligencia requiere un sostenimiento en el tiempo dentro de la actividad misma de la inteligencia que le da la experiencia en contraposición de los altos responsables políticos que tienen un tránsito fugaz. Además, muchos de esos altos cargos poseen un historial limitado o inexistente en cuestiones de seguridad nacional, por lo que los servicios y unidades de inteligencia junto con el capital humano de los órganos de inteligencia suponen una valiosa fuente de conocimientos y experiencia.
- Asesorar al proceso político. Relacionado con la función anterior, en su quehacer diario el gobierno necesita inteligencia estratégica y actual que contextualice las situaciones, ofrezca perspectiva, complemente la información de los medios de comunicación y fuentes abiertas, ofrezca valoraciones, y la base de esto la proporciona los niveles básicos de inteligencia y donde se inicia la recopilación de las informaciones.
- Mantener el secreto de la inteligencia, necesidades y métodos. Otra de las funciones clave de los servicios es la Contrainteligencia. Es decir, la protección de la inteligencia en su triple acepción de institución, proceso y resultado (debe potenciarse la función de contrainteligencia como una pieza fundamental dentro de la arquitectura de la inteligencia)
La inteligencia tiene un producto y
diversos consumidores, este producto resultante tiene como “Fin” reducir la
incertidumbre para la toma de decisiones, disminuir o reducir no despejar por
completo la incertidumbre es una falacia desterrarla por completo, pues la
incertidumbre existirá siempre; esto se ha querido mejorar cambiando y mejorando
los procesos y técnicas en el procesamiento de las informaciones ya que en el
proceso de análisis de las informaciones al existir ciertos vacíos en nuestra
actual doctrina se ha corregido esto reiniciando el ciclo al volver a
reorientar el esfuerzo de búsqueda de las informaciones para permitir realizar
un adecuado análisis, pero como dije líneas arriba por muy eficaz que sea un
servicio de inteligencia no puede despejar por completo la incertidumbre que
envuelve ese tipo de cuestiones, según Lowenthal (2012), la verdad no puede ser el estándar de calidad de la inteligencia.
En su acepción más absoluta, la verdad resulta muchas veces inalcanzable. Ante
el desafío que suponen la complejidad, la información incompleta o las
intenciones futuras, lo máximo que puede ofrecer una organización de
inteligencia son análisis que inspiren confianza por la honestidad, rigor y
profesionalismo con que han sido elaborados.
Otro aspecto a destacar es la
relación entre inteligencia y toma de decisiones, en especial cuando los
consumidores de la inteligencia son responsables políticos, lo que se espera
del profesional de inteligencia es que explique a los decisores políticos qué
ha sucedido, qué está ocurriendo en el momento presente y por qué, y cuáles son
los probables escenarios futuros; acercándose la proyección que estima la
inteligencia esta se convierte en un multiplicador de fuerza que contribuye a
que las políticas sean también inteligentes. Pero aunque la inteligencia como
resultado pueda convertirse en parte integrante y destacada de la decisión,
como es presentada en un formato ya establecido (apreciación, nota de
inteligencia, exposición y/o resumen ejecutivo) es solo asesoramiento
distinto en su naturaleza de la decisión política.
Si ante un asunto complejo la
organización de inteligencia se inclinara abiertamente por una determinada
forma de acción, correría el riesgo de comprometer la credibilidad de sus
análisis, se podría sospechar que sus valoraciones privilegian aspectos acordes
con la estrategia propuesta y que relegan aquellos que la contradicen; de este
modo existe una diferencia notable entre las organizaciones de inteligencia y
la mayoría de los organismos públicos. Éstas crean y gestionan conocimiento, y
hacen uso de él cuando actúan sobre la población objeto de sus políticas
públicas a nadie le sorprende que sea así en los organismos públicos de la
administración del estado; sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos las
organizaciones de inteligencia no pueden utilizar su propia inteligencia para
actuar sin embargo la brindan y ponen a disposición para que el órgano decisor
ejecute acciones.; su función en el nivel estratégico se limita a asesorar al
decisor político para que este opte por las acciones que estime convenientes,
acudiendo para ello a otras ramas de la Administración. Por otra parte, la
relación entre inteligencia y toma de decisiones políticas no siempre es fluida
a veces los decisores políticos no entienden la contribución de los servicios
de inteligencia a la toma de decisiones. En otras ocasiones, demandan y se
muestran receptivos a la inteligencia actual pero relegan la estratégica o los
decisores tienen puntos de vista muy definidos y una agenda política ya fijada,
lo que disminuye el interés por los análisis que los contradigan (Petersen,
2011). En este sentido, Odah Leslau (2010) propone un modelo para clasificar la
influencia de la Inteligencia sobre los decisores en función de tres variables:
- Actitud de los decisores políticos,
- Actitud de quienes elaboran y presentan la inteligencia, y
- Prestigio de la organización de inteligencia dentro del aparato del Estado. A partir de ellas Leslau prevé las distintas posibilidades pasando por una situación intermedia donde los decisores políticos prestan atención a la información bruta obtenida pero anteponen su propio análisis al facilitado por el servicio de inteligencia.
Entre las diversas situaciones llama
la atención sobre la politización de la inteligencia que se produce cuando
entra en crisis la membrana permeable que, según Mark Lowenthal, separa el
ámbito de la inteligencia y el de la política. Permeable porque los decisores
políticos pueden legítimamente hacer valoraciones sobre el trabajo inteligencia
pero, como ya hemos señalado, los analistas no pueden ofrecer recomendaciones
de carácter político. De acuerdo con Lowenthal existen varios tipos de
politización de la inteligencia:
En primer lugar, cuando los analistas
alteran consciente mente la inteligencia para respaldar determinadas políticas.
En otros casos, son los decisores
políticos quienes se sirven de ciertos procedimientos para influir a su favor
sobre el trabajo de la inteligencia.
En algunos casos la repetición de
reacciones negativas a los análisis puede acabar provocando que los analistas
adapten los nuevos análisis con el fin de que sean mejor.
Una última posibilidad, es que los
decisores políticos hagan un uso interesado de la inteligencia disponible,
escogiendo los análisis acordes con sus ideas y desechando aquellos que las
contradicen.
En definitiva la valoración y
reconocimiento de la función de inteligencia en el más alto nivel interactúa
con las percepciones de los decisores políticos tergiversando la neutralidad
por parte de los analistas y responsables de inteligencia afectados, que se
convierten entonces en parte del engranaje político no del estrictamente
técnico de la Administración del Estado.
Cuanto más alto sea el nivel del
consumidor de la inteligencia esta requiere una presentación ejecutiva, es
decir resumida, entendible, clara y con
un análisis de la coyuntura actual, la oportunidad y la proyección de la
información es otro aspecto a tomar en cuenta, el funcionario de inteligencia
en el más alto nivel debe poseer la cualidad de proyectar el convencimiento de
la información que presenta y en un formato fuera del convencional.
Por tanto, aunque no existe una
solución sencilla a la hora de prevenir este problema, los remedios deben ir
orientados a mejorar la percepción de los políticos, a hacer más transparentes
las disensiones en los resultados de los análisis, a ofrecer garantías a los
analistas frente a los prejuicios que se puedan hacer sobre sus productos, y a
fortalecer la neutralidad de los gestores y responsables de alto nivel de las
organizaciones de inteligencia.
Luis CASTRO GONZALEZ.
BIBLIOGRAFIA
- Lowenthal, Mark M. (2012), Intelligence: From Secrets to Policy, Washington, DC: CQ Press.
- Apuntes de Luis Castro Gonzalez (2018)
- Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI)
- Esteban, Miguel Ángel y Carvalho, Andrea V. (2012), “La inteligencia y los activos informacionales, - González Cussac, José Luis (Coord.), Inteligencia, Valencia: Tirant lo Blanch, pp. 19-26.
- Intelligence Analysis, Santa Monica: RAND Corporation.
- Leslau, Ohad (2010), “The Effect of Intelligence on the Decisionmaking Process”, International
- Journal of Intelligence and CounterIntelligence, Vol. 23, Issue 3, pp. 426-448.
- Losada Maestre, Roberto (2015), “Análisis de riesgos y seguridad colectiva”, Sauca Cano, José
- McDowell, Don (2009), Strategic Intelligence. A Handbook for Practitioners, Managers, and Users,
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