EVOLUCIÓN DE ESPIONAJE EN LOS CABLES SUBMARINOS
El uso de la Internet
y la revolución que esta trajo consigo, hace posible acceder a gran cantidad de información que se encuentra alojada en servidores
en diferentes partes del mundo; información que llega de manera casi
instantánea utilizando aplicaciones en tiempo real como, por ejemplo, las
videoconferencias o las llamadas a través de VoIP.
Pero toda esta magia de
la internet es posible a que el
90% del tráfico de Internet circula
a través de cables submarinos que unen los cinco continentes. Los
cables submarinos son auténticas autopistas que nos permiten cursar
comunicaciones internacionales (tanto de voz como de datos) a gran velocidad e
intercambiar grandes volúmenes de información sin apenas retardo (cosa que no
ocurre, por ejemplo, con otros medios como pueden los enlaces vía satélite).
Desde mediados de los
años 80 hasta nuestros días, se han realizado grandes despliegues (que aún
siguen en curso) de cables submarinos de fibra óptica que vale la pena revisar
en alguna de las aplicaciones cartográficas disponibles en la red,
para darnos cuenta de la magnitud de estas infraestructuras.
Si
tenemos en cuenta que un cable submarino puede contener un buen número de pares
de fibra óptica y que gracias, por ejemplo, a DWDM es posible enviar más de una señal a
través de una misma fibra óptica, el potencial de la infraestructura desplegada
es enorme. Cables como el SAM-1 de Telefónica son capaces de ofrecer 2
Tbps y unir Estados Unidos, Puerto Rico, Brasil, Argentina, Chile, Perú,
Guatemala, Ecuador y Colombia, el SEA-ME-WE 4 (South
East Asia-Middle East-West Europe 4) cuenta con una capacidad de 1.25 Tbps y
une Francia, Italia, Argelia, Túnez, Singapur, Malasia, Tailandia, Bangladesh,
India, Sri Lanka, Pakistán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto en un
espectacular trazado de 18.800 kilómetros y el SEA-ME-WE-3, el
más largo del mundo con 39.000 kilómetros de trazado parte desde Alemania y
“toca” 39 puntos del globo hasta llegar a Japón y a Australia.
Teniendo una
idea de cómo funciona esta arquitectura física de internet, desde la década de
1970, EE.UU. ha utilizado la informática
para aventajar a sus enemigos con submarinos que hacían escuchas y conexiones
no autorizadas al sistema de cables submarinos de la Unión Soviética utilizado
para el envío de mensajes del Ejército soviético además de otros países de interés,
se trata de una "tradición" que la Agencia de Seguridad Nacional
(NSA) sigue practicando actualmente por todo el mundo.
Hoy en
día los submarinos estadounidenses llevan instalados una serie de antenas que
les permiten interceptar y modificar el tráfico de comunicaciones de redes de
Internet a su antojo, sobre todo de aquellas peor protegidas.
Un
ejemplo de ello es el submarino nuclear USS Annapolis (SSN 760), un "espía de la nueva
guerra cibernética" capaz de sabotear cualquier red gracias a las antenas
de sus mástiles y a los sistemas de recolección de datos instalados sobre su
torreta. Sin embargo, Washington pretende ir más allá, convirtiendo a sus
submarinos en bases para drones subacuáticos que podrían acercarse mucho más a
las costas enemigas y, de esa forma, interferir y penetrar en las redes, mientras
que el submarino base se mantiene a una distancia segura.
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